Italia y el tomate entraron en contacto a principios del siglo XVI. Se cultivó comercialmente en las tierras más fértiles: Lazio, Toscana y Campania. Su nombre actual, que deriva de "pomme d'amour" o "manzanas del amor", fue acuñado en Campania a finales del siglo XVII por un agricultor de la región.
Hoy, el tomate es considerado un ingrediente básico en la cocina del Bel Paese, pero también un símbolo de la dieta mediterránea y de la cultura italiana.