Una vez que haya plantado sus rosas, es muy importante proporcionar a los arbustos el agua que necesitan para sobrevivir. Regar bien dos veces por semana como regla general, adaptando la frecuencia según las condiciones climáticas y utilizando una regadera tradicional en lugar de una manguera de jardín. Asegúrate de regar solo el suelo circundante en la base de las plantas y evita levantar la cabeza de la regadera para que nunca mojes las flores y las hojas superiores. No riegues en exceso porque las rosas están sujetas a pudriciones que pueden causar enfermedades y favorecer la aparición de mildiú blanco, sarna y otros parásitos.